DÍA
22 DE DICIEMBRE
Hoy
ha amanecido con un tiempo indeseable. Siempre llueve cuando más
posibilidades tienes de mojarte. La ley de Murphy casi nunca se
equivoca. Lluvia con viento o quizás viento con lluvia. Uno de esos
días donde el paraguas se convierte en un trasto que terminas
tirando en cualquier contenedor de basura, pues alguna ráfaga ya lo
ha convertido en un elemento deforme y carente de toda utilidad. Lo
malo es que ese paraguas era el último que había en casa y que de
momento no puede reponerse por otro nuevo. ¡Habrá que mojarse!
Da
la sensación que con cada ventolera se va escapando la esperanza que
me quedaba en la participación de 3 euros que tenía para el sorteo
de la lotería de Navidad. No ha tocado ni un mísero reintegro. Es
cierto que otros años jugaba dos o tres décimos, pero este año
sólo he podido permitirme esa participación que nos han regalado en
el ropero de Cáritas. Se hace real aquello de que la lotería
regalada nunca toca.
Pero
a pesar del mal tiempo y de la falta de suerte, e incluso, del
paraguas roto, he de salir a la oficina de empleo a ver si encuentro
algo para estos días. Cualquier trabajo temporal me sirve (por lo
menos cualquiera en el que paguen). No como la última vez que estuve
trabajando un mes y al final no cobre nada y me gaste incluso algo de
dinero en desplazamientos; dinero que me prestó mi hermano y que
espero no me reclame próximamente.
Cruzo
los dedos y salgo cargado con el esperanza del que ya no tiene otra
cosa. Es, ciertamente, una esperanza preñada de conformismo y con
tan poca vida que termina siendo una desesperanza sin la dosis
suficiente de drama para convertirse en algo digno de mención.
DÍA
23 DE DICIEMBRE
Hoy
abro este diario con la sonrisa recién estrenada, pues ayer pude
encontrar un empleo para estos días. El contrato sólo es de 3 días,
pero con lo que me pagan podré comprar algo para nuestra flácida
despensa que se nutre solamente de los donativos del banco de
alimentos. Por lo menos podremos tener una tableta de turrón en
nuestra mesa esta Nochebuena. Me gustaría poder tener una botella de
vino para acompañar, pero eso se quedará en el baúl de los deseos,
pues prefiero un par de kilos de arroz que siempre cunden más. Ya me
parezco al cuento de la lechera, que iba haciendo las cuentas antes
de vender la leche. Yo también ya empiezo a gastarlo antes de ganar
el dinero.
Pero
todavía no he dicho en que consiste el empleo; es algo muy acorde
con estas fechas. Es hasta gracioso. El Papá Noel del centro
comercial este año seré yo. Empiezo esta tarde y simplemente tengo
que sonreír y escuchar. No está mal, aunque yo siempre he sido más
de los Reyes Magos. Es gracioso que me paguen por repartir regalos
entre los niños que no conozco y en mi casa ni un solo regalo será
entregado. Por lo menos podré disfrutar con las caritas de ilusión
de los niños del centro comercial.
DÍA
24 DE DICIEMBRE
Hoy
es Nochebuena. Aunque para mí tendrá mucho de “noche” y muy
poco de “buena”. Seguramente llegue cansado y sin demasiadas
ganas de charla, pero aun así, aguantaré con mi familia la noche y
hasta puede que seamos capaces de tragarnos lo que den en la
televisión. Por lo menos estamos juntos y sufrimos unidos. Dicen que
el dolor compartido duele menos, pero yo ahora creo que simplemente
se multiplica y se hace más profundo, pues además tienen que
soportar el dolor de los demás.
DÍA
24 DE DICIEMBRE DE MADRUGADA
Ya
están todos en la cama. El sueño se me ha escapado y aquí estoy
rellenando el vacío de este cuaderno con palabras y pensamientos.
Nuestra cena no ha tenido capón asado, ni ha habido jamón recién
cortado, ni tampoco hemos disfrutado de unas gambas a la plancha o un
poco de queso manchego, pero hemos dado buena cuenta de un tazón de
sopa caliente y un plato de arroz con pieles de pollo que estaba de
los más exquisito. A mi esposa cada día le sale mejor el arroz.
Además ella tiene la virtud de inventarse platos de algo sin nada.
Por ejemplo, el otro día nos sorprendió con un puré de patatas sin
patatas y hasta es capaz de prepararnos unos filetes de ternera sin
carne... Jejejejeje. Si un gran chef es capaz de hacer un riquísimo
pavo relleno al horno, mi mujer se saca de la manga lo mismo, pero
con la genialidad de hacerlo sin pavo, sin relleno y sin horno.
Jajajajaja.
Después
de la cena nos dimos el capricho de compartir media tableta de
turrón, (la otra mitad quedará para mañana). Que sabroso estaba el
turrón... Al no haber abundancia todo se paladea con mayor fruición.
Alguna cosa buena tendrá que tener la carestía que sufrimos. Todo
sabe mejor porque no sabes si mañana podrás saborear alguna cosa
comestible.
Al
final hasta hemos brindado; eso sí, con vasos llenos del mejor cava
del grifo. Así nos evitamos la reseca del día de Navidad. Después
intentamos ver la misa del Gallo desde Roma, pero poco a poco fueron
cayendo en los brazos del cansancio y el sueño.
DÍA
25 DE DICIEMBRE
Y
ya ha pasado el día de Navidad. No ha sido el más alegre de mi
vida, pero por lo menos podemos decir que seguimos al pie del cañón
y con la esperanza de que mañana siempre será mejor. Además puedo
afirmar que mañana sí será mejor, porque tengo que cobrar mi
aparición estelar como Papá Noel en el centro comercial.
Ese
señor Papá Noel no ha pasado por mi casa a dejar ni un solo regalo,
pero este año se han dejado olvidados un par de besos en mi mejilla
que son de la mejor calidad y el pijama del niño ha sido tejido con
los mejores abrazos del mundo.
Al
fin ha pasado la Navidad y puedo afirmar que sin novedad en el
frente.