“Los partidos políticos expresan el
pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad
popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su
creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la
Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos”, afirma el artículo 6 de la Constitución española. En este
asunto tocamos con una de las piedras angulares de los sistemas democráticos
actuales: los partidos políticos. Cada vez más los ciudadanos consideran que
los partidos políticos son parte integrante del problema democrático actual e
incluso en ocasiones son el propio problema. Me pregunto si sería posible una
democracia sin partidos políticos; y creo que todos conocemos la respuesta,
incluso los que forman parte importante de esos mismos partidos.
Es
cierto que en los últimos años se ha producido una campaña de desprestigio de
la figura del político e incluso algunos han manifestado claramente la inutilidad
de los partidos políticos en la solución de problemas. Pero también es cierto
que durante mucho tiempo los ciudadanos se han apartado de las cuestiones
políticas y no han tomado parte directa en las mismas, delegando estas
funciones en representantes que se sentían como elegidos de los dioses para
hacer lo que les viniera en gana. Así vemos como la campaña de descrédito de
los políticos debería ser un reconocimiento de la falta de responsabilidad de
los ciudadanos con el propio respirar social.
No
creo que todos los políticos sean unos aprovechados que utilizan sus cargos
para lucrarse; ni tampoco admito que sean inútiles los partidos políticos, pues
en el sistema actual son necesarios para encauzar la voz de los ciudadanos
individuales y de los grupos sociales. No hay que arrasar con todo para
construir de nuevo, sino que debemos aprovechar los cauces que tenemos para
hacer crecer nuestro sistema político. No puede ser que una de las vías
democráticas con que contamos en la sociedad, en su acontecer interno no sea
democrática. Un partido que pretende ser voz de sus votantes en el congreso de
los diputados no puede seguir teniendo listas cerradas y candidatos a dedo en
su interior. Un partido que pretende gestionar el dinero de todos no puede
seguir teniendo unas cuentas oscuras o poco claras. Un partido que se propone
gobernar a todos en un sistema democrático no puede poner su ideología por
encima del bien de la sociedad o de lo que la mayoría cree oportuno. Un partido
que quiere asumir su papel de responsabilidad como gobierno de la nación, no
puede hacer una oposición de acoso y derribo como única forma de hacer
oposición.
Pero
si hilamos un poco más fino nos encontramos con la denostada figura del
político que nutre y da forma a lo que llamamos partidos políticos. El ser político ha dejado de ser una
vocación de servicio para pasar a ser sinónimo de profesión y, en ocasiones, de
lucro personal. No deberían existir ciertos tipos de personas que se hacen
llamar políticos. Políticos de apellido que no conocen la realidad que
pretenden gestionar. Políticos del montón a los que no se les ha exigido ningún
tipo de formación ni experiencia para desempeñar un cargo público. Políticos
que se amparan atrincherados en la razón de las urnas para hacer su real gana.
Políticos que se convierten en fundamentalistas democráticos para defender su
status y sus prebendas. Es ciertamente significativo que hoy escupimos desde
muchos ámbitos a la cara de los políticos y generalizamos convirtiendo la
función de político en un estercolero donde todo vale. Pero no nos atrevemos a
mirar con radicalidad lo que se nos presenta en frente; así descubriríamos que
si existen políticos rastreros, inútiles, con poca honradez, es debido, única y
exclusivamente, a nuestros votos y a un sistema que todos hemos elegido de
alguna manera u otra. A veces se convierte en real el adagio de que “tenemos lo que merecemos…”
Y
podríamos seguir metiendo el dedo en el ojo del político y de los partidos
políticos, porque el campo es muy basto y tiene demasiado orégano. El tiempo de
las respuestas y opciones de futuro será en otro lugar y más adelante.
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