lunes, 17 de diciembre de 2012

DEMOCRACIA II. AQUÍ ES DONDE ESTAMOS. Capítulo 2. Con los políticos hemos topado.


Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”, afirma el artículo 6 de la Constitución española. En este asunto tocamos con una de las piedras angulares de los sistemas democráticos actuales: los partidos políticos. Cada vez más los ciudadanos consideran que los partidos políticos son parte integrante del problema democrático actual e incluso en ocasiones son el propio problema. Me pregunto si sería posible una democracia sin partidos políticos; y creo que todos conocemos la respuesta, incluso los que forman parte importante de esos mismos partidos.

Es cierto que en los últimos años se ha producido una campaña de desprestigio de la figura del político e incluso algunos han manifestado claramente la inutilidad de los partidos políticos en la solución de problemas. Pero también es cierto que durante mucho tiempo los ciudadanos se han apartado de las cuestiones políticas y no han tomado parte directa en las mismas, delegando estas funciones en representantes que se sentían como elegidos de los dioses para hacer lo que les viniera en gana. Así vemos como la campaña de descrédito de los políticos debería ser un reconocimiento de la falta de responsabilidad de los ciudadanos con el propio respirar social.
No creo que todos los políticos sean unos aprovechados que utilizan sus cargos para lucrarse; ni tampoco admito que sean inútiles los partidos políticos, pues en el sistema actual son necesarios para encauzar la voz de los ciudadanos individuales y de los grupos sociales. No hay que arrasar con todo para construir de nuevo, sino que debemos aprovechar los cauces que tenemos para hacer crecer nuestro sistema político. No puede ser que una de las vías democráticas con que contamos en la sociedad, en su acontecer interno no sea democrática. Un partido que pretende ser voz de sus votantes en el congreso de los diputados no puede seguir teniendo listas cerradas y candidatos a dedo en su interior. Un partido que pretende gestionar el dinero de todos no puede seguir teniendo unas cuentas oscuras o poco claras. Un partido que se propone gobernar a todos en un sistema democrático no puede poner su ideología por encima del bien de la sociedad o de lo que la mayoría cree oportuno. Un partido que quiere asumir su papel de responsabilidad como gobierno de la nación, no puede hacer una oposición de acoso y derribo como única forma de hacer oposición.

Pero si hilamos un poco más fino nos encontramos con la denostada figura del político que nutre y da forma a lo que llamamos partidos políticos. El ser político ha dejado de ser una vocación de servicio para pasar a ser sinónimo de profesión y, en ocasiones, de lucro personal. No deberían existir ciertos tipos de personas que se hacen llamar políticos. Políticos de apellido que no conocen la realidad que pretenden gestionar. Políticos del montón a los que no se les ha exigido ningún tipo de formación ni experiencia para desempeñar un cargo público. Políticos que se amparan atrincherados en la razón de las urnas para hacer su real gana. Políticos que se convierten en fundamentalistas democráticos para defender su status y sus prebendas. Es ciertamente significativo que hoy escupimos desde muchos ámbitos a la cara de los políticos y generalizamos convirtiendo la función de político en un estercolero donde todo vale. Pero no nos atrevemos a mirar con radicalidad lo que se nos presenta en frente; así descubriríamos que si existen políticos rastreros, inútiles, con poca honradez, es debido, única y exclusivamente, a nuestros votos y a un sistema que todos hemos elegido de alguna manera u otra. A veces se convierte en real el adagio de que “tenemos lo que merecemos…”

Y podríamos seguir metiendo el dedo en el ojo del político y de los partidos políticos, porque el campo es muy basto y tiene demasiado orégano. El tiempo de las respuestas y opciones de futuro será en otro lugar y más adelante.

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